7.
Otoña en la ciudad.
Las hojas enrojecen.
Las hojas amarillean.
Caducan las hojas.
Las hojas caen.
La hojarasca es inútil.
No cae la junta.
El tirano no cae.
Sopla el viento.
Las hojas vuelan.
El viento barre las hojas.
Remolinean las hojas secas.
En el río hay remolinos.
Hojas rojas flotan en el río.
Revolotean hojas de diarios.
Revolean las aves.
El río sigue su curso.
El otoño sigue al verano.
Siguen mis pasos.
Se acortan los días.
Se alargan las noches.
Abril sigue a marzo.
Alargan el toque de queda.
Alargan el estado de sitio.
Abril cuenta con treinta días.
Abril es el cuarto mes del año.
Pasan los días.
Cae otra hoja del calendario.
(Gonzalo Millán, La ciudad )
miércoles, 30 de abril de 2008
LIBRA
En astrología, Libra es el séptimo signo zodiacal, que comprende del 23 de septiembre al 23 de octubre, su planeta regente es Venus, se caracteriza por ser diplomáticos, refinados, inteligentes, socialmente cálidos, románticos y buscan relacionarse con otros y con la pareja. Por lo general se inician creativamente, y algunos de los regidos por este signo son elocuentes oradores públicos. También tienden a ser muy equilibrados, aunque para mantener ese equilibrio en algunas ocasiones su carácter va de un extremo a otro. Sus cualidades son la resolución de conflictos de manera armónica, los temas profundos y la paciencia. Los oficios más comunes son los asuntos diplomáticos de cualquier índole como asuntos de conciliación, internacionales, justicia, política, arte, diseño y otros.
Sus cualidades incluyen la belleza física, una fuerte sensualidad, sensibilidad artística, tacto y un innato sentido de ecuanimidad y justicia. En los tratos comerciales tienden a ser poco descuidados y de escrupulosa honradez.
Se simboliza por medio de la balanza dorada y no le importa casi en lo absoluto con la intimidad física o emocional, aunque son comprensivos. En algunas cosmologías, Libra está asociado al elemento clásico aire, por lo que es llamado un signo de aire, junto con Acuario y Géminis.
Es también uno de los cuatro signos cardinales, siendo los tres restantes Aries, Cáncer y Capricornio. Su opuesto polar es Aries. En Libra rige la parte baja de la espalda, los riñones, las glándulas suprarrenales y el apéndice.
(WIKIPEDIA)
Sus cualidades incluyen la belleza física, una fuerte sensualidad, sensibilidad artística, tacto y un innato sentido de ecuanimidad y justicia. En los tratos comerciales tienden a ser poco descuidados y de escrupulosa honradez.
Se simboliza por medio de la balanza dorada y no le importa casi en lo absoluto con la intimidad física o emocional, aunque son comprensivos. En algunas cosmologías, Libra está asociado al elemento clásico aire, por lo que es llamado un signo de aire, junto con Acuario y Géminis.
Es también uno de los cuatro signos cardinales, siendo los tres restantes Aries, Cáncer y Capricornio. Su opuesto polar es Aries. En Libra rige la parte baja de la espalda, los riñones, las glándulas suprarrenales y el apéndice.
(WIKIPEDIA)
jueves, 24 de abril de 2008
SIMPLE
Sólo para dejar constancia.
No se me ocurre qué poner.
Estoy bloqueado.
Pretenden irritar al sistema.
Siéntase orgulloso de estudiar aquí.
Pase escolar.
Agenda.
Te espero.
Ausencia.
Sé donde guardan las llaves del Teatro.
No se me ocurre qué poner.
Estoy bloqueado.
Pretenden irritar al sistema.
Siéntase orgulloso de estudiar aquí.
Pase escolar.
Agenda.
Te espero.
Ausencia.
Sé donde guardan las llaves del Teatro.
lunes, 21 de abril de 2008
PENA
"Tengo pena por la perra
Malpapeada, que anoche estuvo llora y llora. Yo la envolvía bien con la frazada y después con la almohada, pero
ni por ésas dejaban de oírse los aullidos tan largos. A cada rato parecía que se ahogaba y atoraba y era
terrible, los aullidos despertaban toda la cuadra. En otra época, pase. Pero como todos andan nerviosos,
comenzaban a insultar y a carajear y a decir: "Sácala o llueve", y tenía que estar guapeando a uno y a otro
desde mi cama, hasta que a eso de la medianoche ya no había forma. Yo mismo tenía sueño y la
Malpapeada lloraba cada vez más fuerte. Varios se levantaron y vinieron a mi cama con los botines en la
mano. No era cosa de machucarse con toda la sección, ahora que estamos tan deprimidos. Entonces la saqué
y la llevé hasta el patio y la dejé, pero al darme vuelta, la sentí que me estaba siguiendo y le dije de
mala manera: "Quieta ahí, perra, quédese donde la he dejado por llorona", pero la Malpapeada siempre
detrás de mí, la pata encogida sin tocar el suelo, y daba compasión ver los esfuerzos que hacía por
seguirme. Así que la cargué y la llevé hasta el descampado y la puse sobre la hierbita y le rasqué un rato
el cogote y después me vine y esta vez no me siguió. Pero dormí mal; mejor dicho, no dormí. Me estaba
viniendo el sueño y, zas, los ojos se me abrían solos y pensaba en la perra y además comencé a estornudar, porque cuando la saqué al patio, no me puse los zapatos y todo mi pijama está lleno de huecos y creo que
había mucho viento y a lo mejor llovía. Pobre la Malpapeada, congelándose ahí afuera, ella que es tan
friolenta. Muchas veces la he pescado en la noche enfureciéndose porque yo me muevo y me destapo. Tiesa
de cólera, se incorpora murmurando y con los dientes jala la frazada hasta volver a taparse o se mete sin más hasta el fondo de la cama para sentir el calorcito de mis pies. Los perros son bien fieles, más
que los parientes, no hay nada que hacer. La Malpapeada es chusca, una mezcla de toda clase de
perros, pero tiene un alma blanca. No me acuerdo cuándo vino al colegio. Seguro no la trajo nadie, pasaba y le dio ganas de meterse a ver, y le gustó y se quedó. Se me ocurre que ya estaba en el colegio
cuando entramos. A lo mejor nació aquí y es leonciopradina. Era una enanita, yo me fijé en ella, andaba
metiéndose en la sección todo el tiempo desde la época del bautizo, parecía sentirse en su casa; cada vez
que entraba uno de cuarto, se le lanzaba a los pies y le ladraba y quería morderlo. Era machaza: la
hacían volar a patadones y ella volvía a la carga, ladrando y mostrando sus dientes, unos dientes
chiquitos de perrita muy joven. Ahora ya está crecida, debe tener más de tres
años, ya está vieja para ser perra; los animales no viven mucho, sobre todo si son chuscos y comen poco. No recuerdo haber visto que la
Malpapeada coma mucho. Algunas veces le tiro cáscaras, ésos son sus mejores banquetes. Porque la
hierba sólo la mastica: se chupa el jugo y la escupe. Se mete un poco de hierba en la boca y se queda
horas masca y masca, como un indio su coca. Siempre estaba metida en la sección, y algunos decían que
traía pulgas y la sacaban, pero la Malpapeada siempre volvía, la botaban mil veces y al poquito rato
la puerta comenzaba a crujir y ahí abajo aparecía, casi junto al suelo, el
hocico de la perra y nos daba risa
su terquedad y a veces la dejábamos entrar y jugábamos con ella. No sé a quién se le ocurrió ponerle
Malpapeada. Nunca se sabe de dónde salen los apodos."
(Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros)
(Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros)
viernes, 18 de abril de 2008
EN OTOÑO
Eran las siete y media
del otoño
y yo esperaba
no importa a quién.
El tiempo
cansado de estar allí conmigo
poco a poco se fue
y me dejó solo.
Me quedé con la arena
del día, con el agua,
sedimentos
de una semana triste, asesinada.
—Qué pasa?—me dijeron
las hojas de París —, ¿a quién esperas?
Y así fui varias veces humillado
primero por la luz que se marchaba,
luego por perros, gatos y gendarmes.
Me quedé solo
como un caballo solo
cuando en el pasto no hay noche ni día,
sino sal del invierno.
Me quedé
tan sin nadie, tan vacío
que lloraban las hojas,
las últimas, y luego
caían como lágrimas.
Nunca antes
ni después
me quedé tan de repente solo.
Y fue esperando a quién,
no me recuerdo,
fue tontamente,
pasajeramente,
pero aquello
fue la instantánea soledad,
aquella
que se había perdido en el camino
y que de pronto como propia sombra
desenrolló su infinito estandarte.
Luego me fui de aquella
esquina loca
con los pasos más rápidos que tuve,
fue como si escapara
de la noche
o de una piedra oscura y rodadora.
No es nada lo que cuento
pero eso me pasó cuando esperaba
a no sé quién un día.
(Pablo Neruda, Olvidado en otoño)
del otoño
y yo esperaba
no importa a quién.
El tiempo
cansado de estar allí conmigo
poco a poco se fue
y me dejó solo.
Me quedé con la arena
del día, con el agua,
sedimentos
de una semana triste, asesinada.
—Qué pasa?—me dijeron
las hojas de París —, ¿a quién esperas?
Y así fui varias veces humillado
primero por la luz que se marchaba,
luego por perros, gatos y gendarmes.
Me quedé solo
como un caballo solo
cuando en el pasto no hay noche ni día,
sino sal del invierno.
Me quedé
tan sin nadie, tan vacío
que lloraban las hojas,
las últimas, y luego
caían como lágrimas.
Nunca antes
ni después
me quedé tan de repente solo.
Y fue esperando a quién,
no me recuerdo,
fue tontamente,
pasajeramente,
pero aquello
fue la instantánea soledad,
aquella
que se había perdido en el camino
y que de pronto como propia sombra
desenrolló su infinito estandarte.
Luego me fui de aquella
esquina loca
con los pasos más rápidos que tuve,
fue como si escapara
de la noche
o de una piedra oscura y rodadora.
No es nada lo que cuento
pero eso me pasó cuando esperaba
a no sé quién un día.
(Pablo Neruda, Olvidado en otoño)
UN COMENTARIO
¿Quién es la que viene allí? Es posible que los viernes sucedan eventos que puedan calificarse de extraños. Fantásticos sucesos que ponen a los protagonistas de nuestras historias en situaciones que parecen dejarlos sin posibilidad de decidir o hacer. El hecho, la fuerza del suceso parece dejar a los personajes sin libertad de decidir. La sorpresa, un factor importante en todo tipo de relato, puede ser el punto donde la acción comienza a desarrollarse. Algunas veces el texto se detiene en esos momentos, otras la historia recién puede empezar a tomar fuerza y otras el tipo puede quedarse sentado en un estado de parálisis.
¿Quién es la que viene allí? Mira bien y toma aire. Los personajes de estas historias se mueven en ambientes diversos. No es posible separar entre realidad y ficción. Muchas tonterías se pasaron por su cabeza, efecto sorpresa. El autor nos provoca, nos confunde, nos mantiene en estado de constante alerta. Las historias, más que entrelazarse, son una parte de la otra. Es un tratamiento para mantenerse despierto, no es posible dejar de lado detalles, de manera inconsciente vamos recogiendo elementos que en algún punto pueden servirnos, que en algún punto pueden ayudarnos a intentar comprender las subjetividades y las motivaciones de los personajes. Qué a donde se dirigen y qué pretenden es una pregunta a veces que se pierde en los diálogos, en las ideas entre líneas que sitúan esta historia en un género difícil de clasificar, el día se iluminaba más a sus pasos y por algún motivo llevaba una sonrisa.
¿Quién es la que viene allí? Y el efecto y la acogida del público ha sido variada. No se esperaba que una historia con ribetes de la más notoria normalidad –y qué decir acerca de la normalidad- pueda llegar a extremos tan inesperados. El uso del humor, las arremetidas casi al borde del lenguaje políticamente correcto, la transgresión sin provocar malos entendidos y sin por esto dejar a nadie poco satisfecho, es algo rescatable en estas historias que se desarrollan los viernes, que se desarrollan en cualquier día de la semana, sin saber el lector-autor cuando es necesario hacer lo correcto y cuando es idiota cerrar los ojos para esconderse si ya fue notoriamente identificado.
¿Quién es la que viene allí? Sí, era ella.
Estaba preciosa.
¿Quién es la que viene allí? Mira bien y toma aire. Los personajes de estas historias se mueven en ambientes diversos. No es posible separar entre realidad y ficción. Muchas tonterías se pasaron por su cabeza, efecto sorpresa. El autor nos provoca, nos confunde, nos mantiene en estado de constante alerta. Las historias, más que entrelazarse, son una parte de la otra. Es un tratamiento para mantenerse despierto, no es posible dejar de lado detalles, de manera inconsciente vamos recogiendo elementos que en algún punto pueden servirnos, que en algún punto pueden ayudarnos a intentar comprender las subjetividades y las motivaciones de los personajes. Qué a donde se dirigen y qué pretenden es una pregunta a veces que se pierde en los diálogos, en las ideas entre líneas que sitúan esta historia en un género difícil de clasificar, el día se iluminaba más a sus pasos y por algún motivo llevaba una sonrisa.
¿Quién es la que viene allí? Y el efecto y la acogida del público ha sido variada. No se esperaba que una historia con ribetes de la más notoria normalidad –y qué decir acerca de la normalidad- pueda llegar a extremos tan inesperados. El uso del humor, las arremetidas casi al borde del lenguaje políticamente correcto, la transgresión sin provocar malos entendidos y sin por esto dejar a nadie poco satisfecho, es algo rescatable en estas historias que se desarrollan los viernes, que se desarrollan en cualquier día de la semana, sin saber el lector-autor cuando es necesario hacer lo correcto y cuando es idiota cerrar los ojos para esconderse si ya fue notoriamente identificado.
¿Quién es la que viene allí? Sí, era ella.
Estaba preciosa.
jueves, 10 de abril de 2008
(¿SABES?)
¿Sabes (o no quieres saber) que te escribiría un libro en un día?
¿Sabes (o no quieres saber) que siendo realista escribiría ese libro en tres días, y te lo aclaro sólo porque no quiero engañarte?
¿Sabes (o no quieres saber) que ya es Abril, y justo hoy comenzó a llover?
¿Sabes (o no quieres saber) que siendo realista escribiría ese libro en tres días, y te lo aclaro sólo porque no quiero engañarte?
¿Sabes (o no quieres saber) que ya es Abril, y justo hoy comenzó a llover?
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